Cine y Literatura



Reciclando hasta en el cine

Hace unos días hable de la película "Luna Nueva" como un ejemplo de lo que no hay que hacer para ser buen periodista, pero...

¿Sabias qué?... La película parte de la obra de teatro The Front Page”, que ha sido adaptada y llevada al cine en diferentes ocasiones con desigual éxito. Así, Luna Nueva” de Howard Hawks es una segunda adaptación, as u vez, de la película Primera Plana”, pero que como segundo remake no siguió la tradición de hundirse; sino que obtuvo mucho mayor éxito que su antecesora.

¿La Clave? Howard Hawks y su genialidad como director. Hawks, conocido por sus comedias en las que se tratan temas de peso desde el humor y lo irónico, supo jugar sus cartas e introducir la lucha de sexos en la película. Mientras que Primera Plana” estaba protagonizada por dos hombres, “Luna Nueva” destaca por las peleas entre un hombre y una mujer por ser mejor periodista y mejor pareja. El cronista Hiddy Johnson, se convierte en la suspicaz reportera y ex mujer del director del periódico Hildy Johnson.

Todo se entremezcla en diálogos muy cortos, donde se pisan los unos a los otros, y escenas de transición cortas y con mucho movimiento, lo que convierte a la película en una obra dinámica y ligera como otro de los sellos de Hawks.

En este caso, el producto reciclado fue mejor que el original.



Luna Nueva: un ejemplo del no-periodismo



♦ Título Traducido: Luna Nueva”

♦ Duración: 92 minutos
♦ Año de producción: 1940
♦ Género: Comedia
♦ Dirigida y producida porHoward Hawks
♦ IntérpretesCary Grant, Rosalind Rusell, Ralph Bellamy, Helen Marck, Gene Lockhart, Porter Hall, Ernest Truex y Cliff Edwards.

Muchas veces nos quejamos de que la televisión y el cine no son educativos, que han perdido su calidad y se han desprendido de sus valores para abrazar un estilo de ocio sin sentido. Es cierto. Existe la televisión y el cine basura.

Pero por suerte, la historia nos deja grandes clásicos que nos enseñan a apreciar el arte del cine en todo su esplendor. En este caso he escogido una película del gran Howard Hawks que más que educar, nos enseña que es lo que no tenemos que hacer si queremos dedicarnos al mundo de los tabloides con un mínimo de honor y decoro.

Walter Burns, directo galante y sin escrúpulos de un periódico sensacionalista pero de gran tirada y seguimiento nacional, Morning Post, utiliza el caso de un hombre acusado del asesinato de un policía negro y condenado a la horca, para nutrir la primera página de su diario. Esta noticia que ha llenado sus páginas durante días alegando locura transitoria como defensa del acusado, puede dar un giro inesperado si se produce el indulto del hombre. Algo por lo que el periódico ha estado luchando, pero sin importarle el bien y la vida del condenado, sino por destacar y diferenciarse de la competencia que abogan por su ejecución.

Al mismo tiempo, y dándole casi más importancia, ocupara su tiempo a desplegar toda su astucia y todos sus trucos sucios (de tratos, contactos y de seducción) para intentar recuperar a su ex mujer, a punto de casarse de nuevo con un joven ingenuo y adinerado que todavía vive con su madre en Albany. Esta mujer es Hildy Johnson, una sagaz y aventurera reportera que sin embargo, está dispuesta a dejar la profesión para sentirse de nuevo humana y formar su familia.

Sin lugar a duda, “Luna Nueva” es una de las mejores comedias de Howard Hawks en la que se trata, de forma demoledora pero irónica, los problemas y violaciones diarias a la ética en el ejercicio de la labor periodística. Esta obra maestra del cine, muestra la falta de escrúpulos de algunos periodistas que juegan con la vida, intimidad y la verdad a cambio de fama, sobornos, pactos o, simplemente, de un sueldo y una columna a publicar un día más.

Como dice la crítica “nunca se trato con tanta acidez la profesión periodística”, pero es que también deja ver la deshumanización de la persona y las estrategias de manipulación y persuasión que van asociadas a aquella persona que tiene el don de la palabra. Una simple línea escrita en un periódico, pude cambiar el destino de una persona. Puede decidir si vive o muere.

Como el propio Walter Burns dice, la vida muchas veces nos demuestra cual es la “fuerza de periodismo”, una fuerza capaz de salvar vidas o de denunciar injusticias. Pero también, y esta es la cara más amarga que se nos enseña en esta película, capaz de mentir, manipular, sobornar y muchas otras prácticas que violan la ética para conseguir una exclusiva y la fama.
  
Si a todo esto le incluimos un componente de amor junto al de la investigación de un crimen y un fugitivo, encontramos que tenemos entre nuestras manos un cóctel molotov a punto de estallar por incumplimiento de las reglas éticas.





Verhoeven y sus bailes con Freud.


Es cierto que la herencia de Freud es concurrida en potencia para su explotación dentro del entorno cinematográfico. La forma en que surgen “necesidades” para agradar nuestro inconsciente, ha abierto la caja de Pandora de las industrias de la subjetividad, tal y como las nombra José Luis Brea.
 
Me basaré en tres películas diferentes del director holandés Paul Verhoeven, para entrar en un juicio crítico sobre diferentes términos : El Libro Negro, Instinto Básico y Delicias Turcas.

Eros y Thanatos en su estado puro. Paul Verhoeven estimula, a mi parecer, en ocasiones de forma abrupta y en otras, con acierto dichos impulsos intrínsecos. Esa forma abrupta no quiere decir que no le de resultado (aunque se evidencia una forma evolutiva a mejor en dichas formas si comparamos por ejemplo Delicias Turcas con El Libro Negro).

Y es que hay escenas bastante repetidas dentro de sus películas, que sirven para analizar en detalle sus estrategias.

Esa especie de orgía voyeurista (y no tanto), como es toda la escena que transcurre con el exitoso cruce de piernas de Sharon Stone en Instinto Básico o con el disfrute de los soldados nazis con Halina Reijn en el Libro Negro, activan perceptivamente esos instintos primarios de los que habla Freud.

Por otra parte, algunas de las escenas en Delicias Turcas, donde Rutger Hauer fuerza a alguna que otra chica o la escena de “violación” en Instinto Básico de Michael Douglas sobre Jeanne Tripplehorn, es donde a mi humilde juicio, creo que traspasa ese límite en el juego sexual-agresivo con el cual basa gran parte de su “éxito”.Y es que creo, que en otras ocasiones a lo largo de la historia del cine, si se ha logrado resolver mejor, el mismo tratamiento (La Naranja Mecánica). No hace falta irnos a esa escena antes comentada en Instinto Básico, simplemente los azotes en el culo de Rutger Hauer a Monique Van de Ven, para supuestamente machacar una planta sobre su culo resume un poco mi punto de vista.

Otro de los aspectos más requeridos de este director, es el uso de las heces o los vómitos. Veamos la situación en Delicias Turcas, donde Rutger Hauer coge la mierda de su novia para visualizarla. Esa forma de ser elitista moderno (en ocasiones bastante parecido a Thomas de Blow Up con tintes de Alex de la Naranja Mecánica), funciona hasta llegar a momentos histriónicos como el descrito. Aunque he de decir que en ocasiones si que le sirve dicho reclamo. Pero dejándome llevar por mi juicio como espectador, he de considerarlo en ocasiones excesivo. Ni que decir tiene lo del perro que lame la placenta recién derramada de la madre que se va a casar, los ojos de caballo en el plato de comida o el esparcimiento de lombrices sobre la mujer… (Delicias Turcas)

En cuanto a los vómitos, vemos un hecho a considerar: en el Libro Negro, la chica vomita al ver al hombre que mató a su familia y en Delicias Turcas, el chico vomita al ver a su novia liarse con otro tío. Violencia de la mujer vs violencia del hombre, motivos de la mujer para matar a alguien vs motivos del hombre para matar a alguien (según Verhoeven). 

No peca de mala fotografía, cada vez más madura en cuanto pasan los años, y es que a mi parecer El Libro Negro supera a Instinto Básico como película (aunque mas de una persona no esté de acuerdo). Algo en lo que sí que peca, aunque también menos a raíz de que su obra madura, es de los fallos de raccord, que aunque se dan en todas las películas que imaginemos, a Verhoeven se le escapan a veces muchos más detalles que a otros directores. Véase cuando Rutger Hauer bebe de la botella que encuentra en la playa en Delicias Turcas, cuando el padre de la novia les ofrece las copas o cuando Sharon Stone se hace el moño imposible en pocos segundos a la espera de Michael Douglas para llevarla a interrogar y cuando fuma el cigarro en el piso de Douglas. Fallos que comete cualquier ser humano, pero en este caso con poco tacto al ser momentos tan evidentes.


Siguiendo con posibles referencias de Verhoeven o con momentos repetidos en algunas de sus películas, el director se centra en el ofrecimiento de la mujer para el disfrute del espectador. Esa Lolita que es vista por el chico del barco en El Libro Negro o esa escena donde la acompañante en la bicicleta muestra su cuerpo a los demás (Delicias Turcas o El Libro Negro). Esa connotación juvenil de la mujer no solo se hace patente con la pose y deleite visual estereotipado de la Lolita; el dedo en la boca mientras duerme en Delicias Turcas es otro momento a tener en consideración.

Por último, para acabar con este director peculiar, algo en su favor: muy buen uso de los espejos y de los reflejos, muy buena utilización de este recurso, no cuanto menos difícil.

Con la colaboración de Miguel Ángel Rego Robles.



Comentario sobre la Película “Capote” (Bennet Miller, 2005)
  
                   -     “No pude hacer nada para salvarlos” (Truman)
                         -    “Tal vez no. El caso es que no quisiste” (Nelle)

Con esta breve conversación entre el protagonista y su ayudante en el trabajo y en la vida, se pueden resumir a la perfección 110 minutos de mensajes plasmados en planos, imágenes, miradas, palabras y hechos. Unos hechos que en su día traumatizaron a una sociedad lejana ahora para nosotros pero que, aún en la actualidad, pueden ayudarnos a comprender nuevas cosas sobre nuestra profesión y sobre alguien que sintió la fuerza, o la avaricia necesaria, como para revolucionar el mundo de la escritura periodística.
Truman Capote no era sólo un periodista un tanto sensacionalista y un escritor de éxito, era también un genio y, como casi todos los genios, un hombre que vivía entre adelantado a su época y atormentado por el alcohol.
Ya desde pequeño empezó a destacar. Su infancia no fue fácil. Con una madre más preocupada por si misma que por la vida de su hijo, él centro su atención en otras actividades. Entre ellas, la ampliación de la retentiva hasta el punto que, con sólo leer una vez una página de algún texto, era capaz de memorizar el 94% de lo allí escrito. Esa era su gran virtud. Si a la perspicacia y ansias de fama que tenía le sumamos una memoria prodigiosa capaz de ponerse delante del entrevistado sin ningún papel ni bolígrafo para apuntar, obtenemos una nueva forma de llegar a los secretos de la gente.
Él no hacía entrevistas en profundidad, él rompía todas las barreras entre su voz y las vivencias de la gente hasta que le sintieran como un amigo y se atrevieran a mostrar lo que realmente pensaba. Conseguía que la gente se sincerase y dijese lo que pensaba y no lo que decía que pensaba. Luego, traicionaba a sus confesores plasmando sus palabras confiadas en las líneas de sus libros como hizo con  “Desayuno en Tiffany’s” de 1958 con sus amigos los famosos, o como hemos podido ver en “A sangre fría” de 1966 con Perry y Dick. La primera novela de “no ficción”.
La inteligencia de Capote como investigador se muestra en cada uno de sus pasos. Aunque en un principio es limitada, pues necesita apoyarse en la labor de su amiga y documentalista Nell, lo que realmente es limitada no es su inteligencia o valores como periodista de investigación, sino su presencia. Debido a su forma de ser, de hablar o incluso de vestir, inconscientemente está presentando unas barreras en cuanto a la relación con la gente, que prefieren hablar de sus intimidades o dar ciertas informaciones a una mujer simpática y bien o normalmente vestida para la época y los habitantes del Kansas estadounidense de los años sesenta.
Pero una vez rota la brecha relacional, no hay quién le pare, ni si quiera su propia conciencia o ética personal que en ocasiones parece ser inexistente. Aunque en la película parece que Truman se encuentra con Perry en la cocina de la mujer del Sheriff por casualidad, todo está tremendamente pensado. Desde el principio sabe con quien tiene que hablar para conseguir la información que desea y, cuando se tuercen sus planes, es capaz de reconducir la situación. Por ejemplo, cuando el policía que investiga el caso descubre cuales son sus intenciones y que lo que busca es publicar y no ayudar a encontrar a los culpables, le desprecia tratándole como a un periodista más, una actitud que a Truman le molesta. Entonces, ¿qué hace él? Pone en marcha sus dotes de negociador y potencia su creatividad centrándose en la figura de su mujer. Sólo así consigue entran en el salón de esa familia y enterarse de todo lo que necesita.
Cuando mostrarse como un amigo que se torna en judas no es suficiente, siempre puede deslizar un sobre lleno de billetes de poder como hace con el Alcaide de la penitenciaria donde están Perry y Dick. ¿Es moral? No, pero si eficiente, te ayuda a allanar un camino con destino directo a la meta: el éxito.
Sabe perfectamente con quién debe hablar y con quien no y es aquí donde me ha llamado la atención una cosa: la debilidad. Truman se acerca a las personas más débiles de un conjunto de dos. Me explico. A lo largo de la película, se va encontrando con parejas (unidas por el amor o por la amistad) de las que puede obtener la información necesaria para su libro, ya sean el policía y su esposa, el Sheriff y su mujer o la pareja formada por Dick y Perry y, en todos los casos, centra su atención en la persona más débil del conjunto. Agasajándola con regalos y usando su influencia o fama, las contenta y se convierte en alguien de presencia agradable o en un amigo, pero todo con el propósito de llegar a la otra unidad del conjunto, a la persona que posee la verdadera información.
En los dos primeros casos el eslabón débil por llamarlo de alguna manera era la mujer, y es que no hay que olvidar que estamos hablando de una historia ocurrida en los años sesenta en la parte más conservadora y tradicionalista de Estados Unidos, una sociedad donde las mujeres seguían esperando en casa con las zapatillas preparadas y la comida a medio terminar para poder escuchar lo maravillosos que era el trabajo de su marido.
Pero en el caso de los asesinos, Dick está fuera desde el principio porque Perry representa los dos eslabones en si mismo. Es débil y fuerte a la vez, o al menos lo intenta, y él es el que posee la información necesaria.
Cuando conoce a Capote, sus primeras palabras son “si te acercas demasiado podría matarte”, pero después de un par de aspirinas y un mínimo de atención, el perro agresivo se convierte en un ser dócil y capaz de decir lo que los oídos del otro desea escuchar a cambio de respeto y compañía.
Se dice que todos tenemos un precio, pero la realidad es que a todos, por muy malos que podamos sellar a ser, por muy locos que podamos parecer, nos gusta ser amados, ser escuchados y comprendidos. A todos, desde al ama de casa preocupada por el trabajo de su marido policía, hasta a un asesino múltiple condenado a muerte. Es entonces, cuando satisfacen nuestras necesidades sociales, cuando somos capaces de conceder al otro lo que necesite. Así consigue pasar desde los protagonistas secundarios a los principales del caso y así consigue escribir su gran éxito.
Una vez satisfechas las necesidades básicas y más desatendidas de los detenidos, ya ha conseguido conectar con ellos, por lo que ahora lo único que tienen que hacer es mantener su imagen de amigo que vine a ayudarles; aunque sólo sea un papel interpretado por un buen actor/periodista. Lo primero, es conseguirles un nuevo abogado apelando que el anterior no defendió como era debido sus intereses, aunque no le interesa ni lo más mínimo salvar su vidas. Truman ni si quiera sabe si son culpables pero tiene que creerlo, porque si no su historia no tendría sentido.
Con el nuevo abogado se gana su confianza y respeto, el siguiente paso es darles a conocer y venderles que su historia no será para sacar provecho propio, sino para mostrarles al mundo que pueden llegar a ser humanos. A base de regalos como libros para el más inteligente y porno para el rudo y básico Dick, va ganándose una entrevista más y un poco de información adicional, pero si exige algo más, él también debe esforzarse.
Cuando llega el momento de que Perry le cuente lo verdaderamente importante y le de carta blanca para leer sus diarios, los regalos ya no valen. Ahora lo que vale es la empatía. Le vende una infancia parecida a la suya llena de dolor y soledad porque sabe que es lo que Perry quiere oír, sabe que Perry necesita encontrar a alguien que haya vivido lo mismo y le pueda ofrecer algo de comprensión, sabe que busca un amigo. Y ahí esta Truman para ocupar ese espacio.
-     - “Tiene tantas ganas de que le hagan caso, de que le respeten un poco” (Truman)
-     - “¿Y Tú? ¿Le respetas?” (Nelle)
-    - “¡Es una mina de oro! A veces, cuando pienso en lo bueno que va a ser mi libro, me falta el aire” (Truman)
Creo que este dialogo ilustra a la perfección lo que he intentado explicar en las líneas anteriores, el descubrimiento de una necesidad humana y el aprovechamiento de un periodista “no humano” para logra el clímax de su carrera.
Pero cada vez que Perry se aleja de él y le muestra su desconfianza, encuentra la historia perfecta para reconducirle a su lado, como cuando duda en dejarle sus diarios. Truman dice: “Si me voy de aquí sin llegar a entenderte, el mundo entero te verá como un monstruo siempre y no quiero que pase eso”; o cuando necesita que le cuente lo ocurrido la noche de los asesinatos, que le miente al regalarle los oídos con el retrato de una hermana bondadosa que le echa de menos, cuando realmente le teme y le ha sacado de su vida.
Aunque pueda parecer un problema importante la actitud de Capote, puesto que está usando a cada una de sus fuentes y las conduce o miente para que se sinceren ante él, el verdadero problema se produce entre los intereses que las partes tienen en el caso. Truman está alargando la vida de los asesinos otorgándoles nuevos abogados y recursos de apelación aunque eso suponga salvarles la vida, aunque el veredicto cambie hacia un inocente que molestaría y mucho al policía que tanto le había ayudado en un principio. La cuestión es que este hombre no se ha dado cuenta de una cosa esencial, él ya no es nada para el periodista. Una vez le ha exprimido todo lo necesario de nada sirve una fuente secundaria si se puede tener comiendo de la palma de tu mano a la fuente protagonista y principal.
En cuanto a los problemas éticos que se plantean creo que eso es una cosa inherente a la figura de Capote. No es para nada una persona de principios o al menos sus principios no son entendidos como normales por el resto de los miembros de una sociedad. Es cierto que la gente de la cuidad le ríen sus palabras en las fiestas, pero sólo para beneficiarse de su estela de gran estrella mediática. Seguro que a ese auditorio repleto de gente no le hubiesen gustado tanto los fragmentos de su libro si supiese como los había conseguido.
Aunque se muestra como una persona comprensiva, al final, cuando se pone nervioso y se cansa de ser amigo sale lo que realmente es y le reconoce a Perry que sólo estaba trabajando, que quizás tendría que haberle dicho antes que no era su amigo. Pero él mismo reconoce: “No puedo acabar hasta que convezca a Perry de que me describa los asesinatos”.
La mentira, la subjetividad, la imparcialidad, el soborno, la manipulación y el valorar la vida de unas personas vivas y asesinadas tanto como pueda llegar a valer su libro, son los problemas que crea Truman. Conceptos que jamás tendrían que verse las caras con el trabajo periodístico de investigación.
La película nos muestra como lo que escribe Truman no es una novela, sino un reportaje muy extenso, por lo que va cumpliendo paso a paso todos los puntos de un trabajo de campo salvando los errores que comente su persona. Primero se documenta, luego va al lugar de los hechos, encuentra las fuentes secundarias que le dan paso a las primarias, las entrevistas en profundidad y contrasta todo lo encontrado para plasmarlo por escrito y sacar conclusiones.
Pero no puede no intervenir en la situación, porque si no, no conseguiría la información. Una cosa es que de forma casi inconsciente un periodista influya en el entorno en el que está investigando, cosa que ocurre casi siempre porque simplemente al preguntar ya estas dejando una influencia; y otra es que se juegue hasta con la vida de las personas.
Por ejemplo, cuando Capote le da de comer a Perry tras un mes de huelga de hambre, no lo hace porque le importe que fallezca como humanos que es, lo hace porque si muere se le acaba el chollo, desaparece su fuente y con él su libro.
Interviene hasta tal punto que alarga los plazos de la realidad, de lo que tendría que ser. En un principio, les consigue un abogado para asegurarse una apelación y, como los cursos judiciales se dilatan en el tiempo, más días y horas para poder ganarse su confianza y sacarles la información. Aunque Truman le promete a Perry: “Voy a ayudarte a encontrar un abogado como es debido”, lo que realmente quiere es lo que le confiesa a su pareja: “No me gustaría que murieran. Necesito oír su historia”.
Pero tanta intervención cambia el espacio demasiado y se vuelve contra él. Cuatro años después, ya ha conseguido saber todo lo que necesita de sus fuentes y ya no les interesa mantenerles vivos. Es como el granjero que cuida con cariño y esmero al cochinillo que debe de engordar, hasta que llega el día de Navidad y lo lleva el mismo al matadero. Lo mismo hace con Perry y con Dick, pero el problema es que el matadero no le acaba de dar fecha.
Son tantas las ganas que tiene de satisfacer su éxito que se desespera y le afecta emocionalmente al ver que no llega la ejecución con continuas apelaciones judiciales que en un principio el mismo motivó. “Como ganen esta apelación me va a dar una crisis nerviosa de la que no creo que me recupere” “Es una tortura”.
Pero como le dice Dick “tiene que estar muy interesado por esta historia para venir hasta aquí”, refiriéndose al corredor de la muerte de Kansas, y si que lo está. Lo está tanto que, aunque realmente ya tiene su final, pues sabe con pelos y señales como asesinaron a la familia y que finalmente serán ejecutados, no puede evitar el querer ir a esa ejecución para poder describirla fielmente, para que su lectores vean de la misma manera como murieron los asesinados y como lo van a hacer los asesinos. El problema, que al final tanto cinismo y tanta mentira acaba volviendo blando hasta al corazón más interesado.




"El Mercurio" pasado y presente de la prensa
La palabra Mercurio ha sido usada para titular diferentes diarios que, por su importancia y valía, han destacado en el ámbito de la prensa española del siglo XVIII. Por ello, decidí investigar un poco más y creo que he encontrado algunas cosas bastante interesantes. No es un término obsoleto de la prensa del pasado, sino que sigue encontrando su uso en diferentes proyectos de prensa de la actualidad.

Pero para entender el presente, hay que empezar por los orígenes. El término Mercurio (que procede de la palabra latina Mercurius) tiene su origen en la mitología romana, siendo el nombre del Dios del comercio y mensajero del resto de dioses del Olimpo;  o lo que es lo mismo y quizás más conocido gracias a las películas, el Dios Hermes de la mitología griega. Se caracteriza por sus sandalias aladas, que le permitían acudir a cualquier sitio de forma rápida (cualidad que se pide a los periodistas par poder tener en primicia las informaciones de valía) y por aparecer a menudo acompañado por animales como el gallo, entendido como el heraldo del nuevo día (un término que de nuevo se usará posteriormente en diferentes publicaciones periodísticas y literarias).

Con el paso del tiempo, la palabra Mercurio se ha usado con diferentes significados en diversos campos de la cultura y las ciencias siendo: el nombre que recibió el planeta del Sistema Solar más próximo al Sol, el elemento químico de número atómico 80 y símbolo Hg, un personaje de ficción creado en 1964 que aparece en historietas publicadas por Marvel Comics, también conocido como Quicksilver; otro personaje también de la Marvel Comics, este conocido como Mercury (en inglés); o incluso un grupo pop de México fundado en 1995. Sin olvidar términos puramente científicos y de medición como el tamaño mercurio, milímetro de mercurio o el barómetro de mercurio.

Sin embargo, lo que más nos ocupa y nos afecta en nuestro papel de futuros periodistas es saber como se ha plasmado el término Mercurio en la prensa a lo largo de los siglos.

Quizás no es novedoso hablar de las cabeceras que en el siglo XVIII se hicieron valedoras del término, a destacar por su gran importancia la publicación de inspiración oficial “El Mercurio Histórico y Político” de 1738 que, aunque vivió cien largos años, sufrió un cambio de denominación en 1784, llamándose desde aquel momento “El Mercurio de España”. Fuera de nuestras fronteras, pero muy relacionado con la publicación anterior, pues era materia prima de su inspiración y casi su traducción, encontramos el “Mercure Historique et Politique” de la Haya de 1686.

Pero no es el único ejemplo de prensa del siglo XVIII en que se hace uso de la palabra Mercurio. En el ámbito de la economía aparecieron los “Discursos Mercuriales”, siendo memorias sobre agricultura, marina, comercio y artes liberales y mecánicas como bien indica su subtitulo.

Tras este repaso por el pasado, llegamos a la información más interesante que he encontrado en mi pequeña investigación, en la que he descubierto que en Latinoamérica Mercurio sigue haciendo referencia a publicaciones actuales de irrelevancia. Que ese Dios sigue haciendo su papel de mensajero veloz que a la vez cuida del buen funcionamiento del comercio. El más importante es “El Mercurio” de Santiago que se denomina a si mismo como “el periódico líder de noticias de Chile”. Un periódico de renombre que pertenece al grupo también llamado Mercurio y que engloba otros títulos como El Mercurio de Valparaíso” (1827) y “El Mercurio de Antofagasta (1906). 


http://www.infoamerica.org/grupos/mercurio_1.htm    http://www.grupomercurio.com.mx/




Y este sólo es el primero de una larga lista de cabeceras de información en Latinoamérica:

-“El Mercurio” en Cuenca (Ecuador)
-“Mercurio Peruano”, Perú (1791).
-“El Mercurio On-Line”, que se conoce popularmente por su acrónimo “EMOL”, como    principal portal de Internet.
-“El Mercurio Sociedad Anónima Periodística”, empresa chilena de medios de comunicación.

En el caso español, la muestra es mucho más reducida. Sólo puedo aportar como ejemplos de continuidad de Mercurios periodísticos el Portal multimedia educativo de Extremadura “Mercurio” http://mercurio.educarex.es/web y “El Mercurio. Revista Electrónica de Estados Modificados de Conciencia y Nuevos Paradigmas” http://www.mercurialis.com/.




Castelar,  Canalejas, Martos y la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación

Ángel María Segovia (1), en su obra “Figuras y Figurones”, decía lo siguiente sobre la figura del político Martos: “ha practicado siempre en silencio el principio aquel de divide y vencerás y lo ha practicado, no sólo entre sus enemigos políticos, sino también con sus propios amigos”. Y parece ser que no es una simple frase reflejada en un antiguo libro, sino que Martos se tomó la molestia de plasmarla en la realidad en varías ocasiones. Entre Martos y Castelar existieron rivalidades arraigadas en sentimientos de envidia y poderío; aunque hay que aclarar que en esto de la envidia hay un claro ganador y, por desgracia para él, el Señor Martos se marcha como perdedor.  Digo en desgracia porque su espíritu no es perdedor ni siquiera en estos menesteres.

Por otro lado, encontramos los problemas que tuvo con José Canalejas y Méndez, que no acabaron del todo bien. Un acto temeroso en el que salvó la vida, pero quizás un acto que le hizo perder la suerte que acompaña una sola vez, solo en este duelo casi más típico de la época del Romanticismo. Esa suerte le abandonó mientras miraba escaparates de la Librería San Martín y el Señor Manuel Pardiñas se le acercaba por la espalda causándole la muerte con tres tiros certeros.

La relación de estos dos magníficos oradores comenzaba cuando Canalejas solo tenía dieciocho y ya prodigaba su éxito tanto en la Universidad como en el Ateneo de Madrid, sin olvidar su labor periodística en publicaciones como “El Demócrata” y “El Heraldo de Madrid”, en este último caso ocupando incluso el puesto de Director. Aunque finalmente, acaba ingresando junto a Martos en el partido liberal, quizás el grueso de su relación se afianzó al formar parte de la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación; ocupando ambos la presidencia de la misma en periodos diferentes. En 1878 el puesto recayó sobre Cristino Martos, mientras que el Señor José Canalejas y Méndez ocupó el puesto desde 1893 a 1894.

Será en el Madrid de 1930 cuando la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación vea la luz por primera vez de la mano de treinta juristas que soñaban con desarrollar el espíritu ilustrado y academicista.

Si buscamos entre sus miembros, y en su página actual podemos encontrar listados de miembros y presidentes clasificados por siglos, encontramos nombres tan importantes como José Moñino, o como seguro que nos suena más, el Conde de Floridablanca y Secretario de Estado con Carlos III. Será él su primer Presidente oficial y el que le otorgó (el 20 de febrero de 1763) la cédula que la reconocía como “Real Academia de Leyes de estos Reinos y de Derechos Públicos”.

Para llevar a cabo su objetivo, seguirán el principio básico de poner en común todos sus conocimientos, pues la Academia tenía una clara impronta liberal que se verá reflejada en la historia cuando, pasados los años, sus miembros juren la Constitución de Cádiz de 1820 (obviamente la composición de la Academia había ido cambiando con el tiempo y no tienen por que coincidir con sus miembros fundadores). Este acto, teniendo en cuenta que por aquel entonces la situación de España no era precisamente de estabilidad sino más bien de todo lo contario, llevó al Estado a intervenir la Academia privándola del disfrute de su autonomía. Como consecuencia directa: se produjo su división en dos. Por un lado la Academia de Carlos III y por otro, la de Nuestra Señora del Carmen.

Desde este momento, los nombres que ha recibido han sido múltiples y no será hasta la Regencia de María Cristina de Borbón cuando se produce de nuevo su unificación en una única identidad recuperando su robada autonomía; pero esta vez bajo el nombre de Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación. A partir de aquí, comienza un periodo de éxitos y grandeza para la Academia, pero los cambios históricos se reflejan en ella como las visiones de un espejo. Será con la llegada de Alfonso XII cuando recupere el título de Real, para luego perderlo en la Segunda Republica y recuperarlo de nuevo durante el Franquismo. Situación que, afortunadamente, no ha cambiado hasta el día de hoy.

(1) “Figuras y figurones”, por Ángel María  Segovia. Subtítulo: “Biografía de los hombres que más figuran actualmente así en la política como en las armas, ciencias, artes, magistratura, alta banca, etc., etc., etc.” 2ª Edición corregida y ampliada. Tomo XIII. Madrid. Imprenta de Figuras y Figurones. Carrera de San Jerónimo, 49, 1881.




Entrevías Mon Amour”

Entramos al Circulo de Bellas Artes quinta planta, una sala realmente pequeña e incapaz de 
acoger a todos los allí congregados que se asfixian en la espera a causa de una calefacción 
demasiado alta. Nos encontramos con Justo Sotelo con camisa negra y pajarita roja 
presentando “Entrevías Mon Amour”, su cuarta novela como “tenaz cultivador de la 
narrativa junto con su condición de economista”, y arropado a derecha por Joaquín 
Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid, socialista y escritor; y a izquierdas por 
Fernando Rodríguez de la Fuente, director del ABC de las letras, profesor y experto en 
literatura contemporánea española. A una esquina de la mesa, el libro, expectante como un 
invitado más a su propia presentación.


En este ambiente se presenta al público un libro, que según palabras de los ponentes, se puede describir como “una mezcla de ficción y la experiencia contemporánea del último periodo de la historia de España”. Una presentación que en un primer momento parecía claramente comercial, al escuchar frases de Leguina como “Yo no estoy aquí como escritor, sino por que soy amigo de Sotelo y lo que quiero es que compréis el libro” u otras como “Cuando uno viene a la presentación de un libro viene a que lo compren” esta vez pronunciadas por Rodríguez de la Fuente; pero que rápidamente y dejando atrás la suspicacia del inicio se torna en pura literatura emocional, en recuerdo del pasado y de lo sufrido, en la memoria de lo vivido en las guerras, de “personajes femeninos más conseguidos que los masculinos” y de Vallecas y Entrevías “esos barrios cuando Madrid era una 
ciudad de barrios”. Siempre sin olvidar la presencia de “un realismo y una obsesión sexual, que más que sucio es un realismo corporal” según se describió. 

El libro nos introduce en una “historia generacional, nos enseña que somos una generación 
de bocadillo y tableta de chocolate” decía Rodríguez de la Fuente para continuar 
afirmando “es también una metáfora del navegar social en estos últimos treinta años y 
búsqueda arqueológica de la historia y de la memoria”. Toda la novela nos habla de 
cómo,tras volver de la guerra (ya sea la Civil española o la de Irak) las cosas continúan en el 
barrio, del encuentro con la gente y con los amores pasados, de cómo una arqueóloga busca 
los huesos de sus padres y los encuentra amparada en la Memoria Histórica. Y todo esto, 
como bien se encargó de recordar Leguina, con pinceladas y alusiones literarias a Levi-
Strauss o a Arturo Barea; que en este caso, recuerda a las maravillosas descripciones que 
este hacía en su primera novela sobre las manos arrugadas de su madre a causa de las aguas 
del río “combinando así la emoción filial”.

Un emotismo que también se dejó ver a la hora de explicar el título, que no como 
equivocadamente dejó caer Rodríguez de la Fuente, se trata de un guiño a la “insufrible 
película Hiroshima Mon Amour”; sino que es una referencia a su madre nacida en Entrevías 
y a la cual escuchaba cientos de historias como niño atento, y a una amiga recientemente 
fallecida y también escritora que le recomendó la coletilla de “Mon Amour”.

Podemos afirmar, tras acudir a dicha presentación, que Sotelo es un escritor que sabe 
escoger tanto a sus compañías como a las palabras para describir una novela con mucho 
realismo del recuerdo, por que “la referencia de la memoria es el pasado, pero es que la 
narración siempre es pasado, incluso la que está por venir; la memoria es selectiva y para 
recordar primero hay que olvidar”.

Sin duda buenas palabras para describir su propia obra y despedir a sus invitados, no sin 
antes recordar que “la lectura, el leer, tiene un efecto moralizador para los miembros 
de la sociedad” “las páginas de un periódico son poemas con vida efímera y aunque dicen
que el futuro es el libro electrónico, yo creo que el placer de tener un libro de papel en las 
manos no lo puede reemplazar ninguna máquina”.