domingo, 13 de noviembre de 2011

Comentario sobre la Película “Capote” (Bennet Miller, 2005)


                   -     “No pude hacer nada para salvarlos” (Truman)
                         -    “Tal vez no. El caso es que no quisiste” (Nelle)

Con esta breve conversación entre el protagonista y su ayudante en el trabajo y en la vida, se pueden resumir a la perfección 110 minutos de mensajes plasmados en planos, imágenes, miradas, palabras y hechos. Unos hechos que en su día traumatizaron a una sociedad lejana ahora para nosotros pero que, aún en la actualidad, pueden ayudarnos a comprender nuevas cosas sobre nuestra profesión y sobre alguien que sintió la fuerza, o la avaricia necesaria, como para revolucionar el mundo de la escritura periodística.
Truman Capote no era sólo un periodista un tanto sensacionalista y un escritor de éxito, era también un genio y, como casi todos los genios, un hombre que vivía entre adelantado a su época y atormentado por el alcohol.
Ya desde pequeño empezó a destacar. Su infancia no fue fácil. Con una madre más preocupada por si misma que por la vida de su hijo, él centro su atención en otras actividades. Entre ellas, la ampliación de la retentiva hasta el punto que, con sólo leer una vez una página de algún texto, era capaz de memorizar el 94% de lo allí escrito. Esa era su gran virtud. Si a la perspicacia y ansias de fama que tenía le sumamos una memoria prodigiosa capaz de ponerse delante del entrevistado sin ningún papel ni bolígrafo para apuntar, obtenemos una nueva forma de llegar a los secretos de la gente.
Él no hacía entrevistas en profundidad, él rompía todas las barreras entre su voz y las vivencias de la gente hasta que le sintieran como un amigo y se atrevieran a mostrar lo que realmente pensaba. Conseguía que la gente se sincerase y dijese lo que pensaba y no lo que decía que pensaba. Luego, traicionaba a sus confesores plasmando sus palabras confiadas en las líneas de sus libros como hizo con  “Desayuno en Tiffany’s” de 1958 con sus amigos los famosos, o como hemos podido ver en “A sangre fría” de 1966 con Perry y Dick. La primera novela de “no ficción”.
La inteligencia de Capote como investigador se muestra en cada uno de sus pasos. Aunque en un principio es limitada, pues necesita apoyarse en la labor de su amiga y documentalista Nell, lo que realmente es limitada no es su inteligencia o valores como periodista de investigación, sino su presencia. Debido a su forma de ser, de hablar o incluso de vestir, inconscientemente está presentando unas barreras en cuanto a la relación con la gente, que prefieren hablar de sus intimidades o dar ciertas informaciones a una mujer simpática y bien o normalmente vestida para la época y los habitantes del Kansas estadounidense de los años sesenta.
Pero una vez rota la brecha relacional, no hay quién le pare, ni si quiera su propia conciencia o ética personal que en ocasiones parece ser inexistente. Aunque en la película parece que Truman se encuentra con Perry en la cocina de la mujer del Sheriff por casualidad, todo está tremendamente pensado. Desde el principio sabe con quien tiene que hablar para conseguir la información que desea y, cuando se tuercen sus planes, es capaz de reconducir la situación. Por ejemplo, cuando el policía que investiga el caso descubre cuales son sus intenciones y que lo que busca es publicar y no ayudar a encontrar a los culpables, le desprecia tratándole como a un periodista más, una actitud que a Truman le molesta. Entonces, ¿qué hace él? Pone en marcha sus dotes de negociador y potencia su creatividad centrándose en la figura de su mujer. Sólo así consigue entran en el salón de esa familia y enterarse de todo lo que necesita.
Cuando mostrarse como un amigo que se torna en judas no es suficiente, siempre puede deslizar un sobre lleno de billetes de poder como hace con el Alcaide de la penitenciaria donde están Perry y Dick. ¿Es moral? No, pero si eficiente, te ayuda a allanar un camino con destino directo a la meta: el éxito.
Sabe perfectamente con quién debe hablar y con quien no y es aquí donde me ha llamado la atención una cosa: la debilidad. Truman se acerca a las personas más débiles de un conjunto de dos. Me explico. A lo largo de la película, se va encontrando con parejas (unidas por el amor o por la amistad) de las que puede obtener la información necesaria para su libro, ya sean el policía y su esposa, el Sheriff y su mujer o la pareja formada por Dick y Perry y, en todos los casos, centra su atención en la persona más débil del conjunto. Agasajándola con regalos y usando su influencia o fama, las contenta y se convierte en alguien de presencia agradable o en un amigo, pero todo con el propósito de llegar a la otra unidad del conjunto, a la persona que posee la verdadera información.


Texto Completo en Cine y Literatura.

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